http://www.revistasiamesa.com.ar/2009/09/el-juego-de-victoria-malena.html
Llegamos al Palacio El Victorial y fumamos cigarrillos y entablamos conversaciones de ocasión en la puerta, mientras contemplamos como el domingo muere en el barrio de San Telmo. Luego ingresamos a la sala, muy victoriana, espléndida, donde veremos “El juego”, la obra dirigida por Victoria Malena.
Palabras, tonos, intenciones, miradas, más palabras y silencios. Estos son los elementos lúdicos que se ponen de manifiesto en la puesta. Los espectadores asistimos al despliegue de una pequeña comedia dramática durante una cena de amigos. En un principio abunda la charla amena y coloquial, pero poco a poco van surgiendo las rivalidades y querellas. Todos los personajes tienen sus secretos y traumas que no pueden disimular bajo las sonrisas pintadas para una noche: la esposa nueva que va a enfrentar a los amigos de su marido (y a un terrible secreto), la discriminación, el esnobismo, los celos. La cuerda se va tensando entre los personajes cada vez más hasta llegar al climax de la obra que empieza con el anunciado juego…
Pero lo más interesante de El juego, más allá del despliegue de los actores, es la reflexión que parece dejar en el espectador sobre cierto funcionamiento social: el carácter necesario de la hipocresía y la construcción de los vínculos “a pesar de todo”. Estos amigos que parecen detestarse y no poder hacer otra cosa que ironizar y lanzarse una tras otra indirecta, en el fondo se quieren. Están allí porque lo desean y por eso se entregan a las delicias y a las maldades de las relaciones humanas.
Por Juan Di Loreto
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